Tras el WWDC 26, hay quien se acordó de Steve Jobs tras ver iOS 26. El próximo sistema operativo móvil de Apple trae un rediseño radical que despierta ciertas dudas, alguna novedad esencial como su forma de lidiar con el spam y la sensación de que Apple se está quedando atrás en la carrera de la inteligencia artificial (aunque desde Cupertino explican que van lentos pero seguros). Porque Apple es la empresa más valiosa del planeta y la IA supone un cambio de paradigma que de hecho ya se está produciendo. ¿Qué habría hecho Steve hoy?
Aunque hace más de 10 años que Steve Jobs nos dejara, su impronta sigue presente en la empresa de la manzana mordida, pero Jobs era mucho Jobs y del cofundador de Apple se conocen anécdotas que dan muestra de ello, como la secretaria que recibió un Jaguar de regalo por llegar tarde o la prueba de la cerveza en el proceso de selección. Steve Jobs era una persona diferente y parte de culpa la tiene su mentor, Robert Friedland. Paradójicamente y pese a su relación, se conocieron de una de las formas más incómodas posible.
De conocerse en un momento incómodo a guía espiritual de Jobs
Corría el otoño de 1972, todavía no habían empezado las clases en la Universidad Reed College y en un momento determinado Robert Friedland estaba en su habitación manteniendo relaciones sexuales con su pareja. En pleno acto Steve Jobs les interrumpió: estaba intentando vender su máquina de escribir y buscaba un potencial comprador. Entra dentro de lo normal pensar que la pareja se asustara e incluso se enfadara, echando al joven de la estancia con malos humos. Pero no.
Habida cuenta de lo delicado de la situación, Jobs se disculpó tratando de marcharse lo antes posible. Sin embargo, Robert le invitó a quedarse y conectaron: se hicieron amigos rápidamente, como recoge Bussiness Insider. Desconocemos cuáles fueron esas primeras palabras que rompieron el hielo en ese difícil momento.
Sí, Steve Jobs tenía mucho carisma, pero en esos momentos no estaría el horno para bollos. Otro que tampoco andaba exento de soft skills era el otro estudiante, Robert Friedland. Le pidió que se quedase, como si nada hubiera ocurrido, y de allí surgiría una relación personal intensa y duradera.
De Friedland cuentan que era un hippie que gestionaba una huerta de manzanas y experimentaba con sustancias capaz de vender arena en el desierto. Walter Isaacson en su biografía de Jobs recoge testimonios de gente que vivió aquella relación en la que Robert Friedland se convirtió en un maestro, en casi un guía para Steve Jobs. De hecho, que Apple se llame Apple tiene su explicación precisamente en esa "granja de manzanas". Pero eso es solo la punta del iceberg.
Es Robert Friedland quien está detrás del viaje de Steve Jobs a la India, su búsqueda espiritual o la recomendación de la lectura del libro 'Be Here Now' que versa sbore el fenómeno yogui. Pero lo verdaderamente trascendental está en su influencia en Steve Jobs como líder de Apple. El hippie tenía tanto magnetismo que era capaz de convencer a jóvenes para que trabajaran gratis en su empresa convenciéndoles de que podría conseguir cualquier cosa que se propusieran.
Y Jobs tomó nota de ese método, que luego aplicó en Apple para motivar a sus empleados a que convirtieran en posible lo que a priori parecía poco probable. Así, el cofundador de Apple se inspiró en Friedland para desempeñar lo que los empleados de su empresa llamaban el "campo de distorsión de la realidad". Cuando Jobs hablaba, se valía de un contacto visual intenso, de frases grandilocuentes y era capaz de convertir las cifras en historias como la de salvar la vida a alguien consiguiendo que el Macintosh arrancase antes. Y lo consiguió.
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