Estados Unidos e Irán se han puesto de acuerdo en una cosa: WhatsApp es una amenaza para su seguridad nacional

En medio de guerras activas, espionaje digital y polarización, el futuro de WhatsApp está cada vez más condicionado por decisiones estratégicas

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Miguel Jorge

Editor

Si nos preguntaran ahora mismo por dos naciones antagonistas, dos países donde aparentemente no existe ningún tipo de lazo ni unión, sino todo lo contrario, posiblemente Irán y Estados Unidos esté en las candidatas de más uno. Y, sin embargo, ambos se han puesto de acuerdo en una cosa: el peligro que representa WhatsApp para su seguridad.

Un enemigo común. Sí, en un giro insólito, tanto Irán como Estados Unidos han coincidido en señalar a la popular web de mensajería propiedad de Meta como un riesgo de seguridad nacional, reflejando cómo, incluso en un contexto de conflicto abierto, los aparatos de inteligencia de dos potencias antagónicas pueden converger en su percepción de amenazas tecnológicas.

Primero fue Irán, luego USA. Lo contamos. En Irán, la televisión estatal lanzó una alerta a la ciudadanía instando a eliminar WhatsApp por supuestos vínculos con Israel, sin ofrecer pruebas concretas. Paralelamente, en Washington, la oficina del Jefe Administrativo de la Cámara de Representantes emitió una directiva tajante: prohibir el uso de WhatsApp en todos los dispositivos gubernamentales.

La razón oficial se apoya en que la aplicación representa un “alto riesgo” por su opacidad sobre el manejo de datos, la carencia de cifrado en datos almacenados y los riesgos inherentes a su arquitectura técnica. Aunque el Senado no ha replicado esta medida, la decisión ha puesto en evidencia una creciente inquietud institucional hacia herramientas de comunicación que, pese a su cifrado de extremo a extremo, generan dudas operativas y estratégicas entre los responsables de ciberseguridad estatal.

Modelo de privacidad. De fondo, un tema que no es nuevo para la compañía. Meta, la empresa matriz de WhatsApp, ha reaccionado con vehemencia ante ambas críticas. En un comunicado oficial, reiteró que no rastrea ubicaciones, no almacena registros de comunicación ni entrega datos en bloque a gobiernos. Su portavoz Andy Stone calificó como inexacta la valoración del Congreso estadounidense y denunció que la narrativa iraní busca justificar bloqueos políticos de sus servicios.

Sin embargo, las dudas sobre la privacidad de WhatsApp, como decíamos, no son nuevas. Investigaciones como la publicada por ProPublica en 2021 ya habían puesto en entredicho las garantías de confidencialidad que Meta asegura ofrecer. Aunque el cifrado E2E en sí no ha sido quebrado públicamente, se ha cuestionado la manera en que se gestionan los metadatos, la actividad asociada al servicio de moderación y las relaciones de la compañía con autoridades de distintos países.

Contexto geopolítico. El escepticismo no se limita al plano técnico. La trayectoria de Meta, particularmente en relación con el conflicto israelí-palestino, ha alimentado sospechas sobre una supuesta parcialidad. Human Rights Watch acusó en 2023 a la compañía de reprimir sistemáticamente contenido pro-palestino, y un informe de la BBC confirmó que, durante la guerra de Gaza, Meta restringió la visibilidad de información sobre la situación en los territorios palestinos.

Incluso el consejo de supervisión de Meta admitió que la plataforma sobrepasó sus funciones al moderar ese tipo de publicaciones, generando una percepción creciente de alineamiento político con las posiciones israelíes. Esta percepción es clave para entender el contexto de la advertencia iraní, que no se limita a una paranoia estatal, sino que forma parte de un relato coherente dentro de su aparato propagandístico.

Antecedentes. Las críticas a WhatsApp han sido también alimentadas por incidentes verificables. Uno de los más graves tuvo lugar en 2019, cuando la empresa israelí NSO Group aprovechó una vulnerabilidad en la aplicación para espiar a más de 1.400 usuarios. Aunque Meta ganó una demanda contra la firma y recibió 167 millones de dólares como compensación, el episodio reveló que terceros pueden comprometer la seguridad de la aplicación sin necesidad de quebrar el cifrado en sí, explotando brechas en su implementación práctica.

La falta de evidencia de que los gobiernos tengan puertas traseras en WhatsApp no elimina el riesgo potencial de vigilancia indirecta o abusos a través de software externo.

Ciberseguridad institucional. Recordaban en Gizmodo que la decisión del Congreso estadounidense se inscribe en una tendencia más amplia. En los últimos años, otras aplicaciones tecnológicas también han sido objeto de restricciones por parte de instituciones gubernamentales, en particular aquellas procedentes de China y que hemos contado, como TikTok o la herramienta de IA DeepSeek.

Si se quiere, la orientación actual de ambas naciones parece seguir una lógica preventiva, ante la percepción de que la masificación de plataformas cerradas y opacas puede representar una amenaza operativa. La decisión de bloquear WhatsApp no implica necesariamente que se haya descubierto una violación directa, pero sí que se considera suficientemente preocupante como para justificar su exclusión de entornos oficiales.

Imagen | Steven Miller, Blondinrikard

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